lunes, 23 de enero de 2012
lunes, 16 de enero de 2012
Saturno.
Al igual que Júpiter, Saturno radia más energía de la que recibe del Sol. La emisión continua de su calor interior parece la responsable de generar corrientes de convección en la atmósfera que, a su vez, originan las nubes altas de Saturno. Las corrientes ecuatoriales en chorro en la cima de las nubes alcanzan mayores velocidades que en Júpiter, alrededor de 500 m por segundo, dos tercios de la velocidad a la que se transmite el sonido en esos lugares de la atmósfera. Saturno se mueve alrededor del Sol a una distancia mucho mayor que Júpiter. Esto lo torna más frío y provoca que su "meteorología" sea más calmada y presente menos rasgos que Júpiter. Sin embargo, con telescopios grandes llegan a detectarse bandas de nubes, y las sondas Voyager captaron gran variedad de estructuras nubosas: óvalos blancos de vida larga, cadenas de vórtices y condensaciones nubosas. El telescopio espacial Hubble registró en 1990 una tormenta enorme que estalló cerca del ecuador, un suceso que se repite cada 30 años, cuando es verano en el hemisferio norte de Saturno.
Saturno rota muy rápido (10 horas y 14 minutos en el ecuador), lo que confiere al planeta una forma achatada. El resto de gigantes nubosos también muestra cierto achatamiento, pero ninguna tan extremo como el de Saturno.
Saturno.
Saturno es el sexto planeta del Sistema solar, es el segundo en tamaño y masa después de Júpiter y es el único con un Sistema de anillos visible desde nuestro planeta. Su nombre proviene del dios romano Saturno. Forma parte de los denominados planetas exteriores o gaseosos, también llamados jovianos por su parecido a Júpiter. El aspecto más característico de Saturno son sus brillantes anillos. Antes de la invención del telescopio Saturno era el más lejano de los planetas conocidos y, a simple vista, no parecía luminoso ni interesante. El primero en observar los anillos fue Galileo en 1610 pero la baja inclinación de los anillos y la baja resolución de su telescopio le hicieron pensar en un principio que se trataba de grandes lunas. Christiaan Huygens con mejores medios de observación pudo en 1659 observar con claridad los anillos. James clerk maxwell en 1859 demostró matemáticamente que los anillos no podían ser un único objeto sólido sino que debían ser la agrupación de millones de partículas de menor tamaño. Campelo ayudó a Galileo a hacer las operaciones y gracias a él, el científico pudo dejar medio resuelto el enigma de los anillos. Las partículas que habitan en los anillos de Saturno giran a una velocidad de 48.000 km/h, 15 veces más rápido que una bala.
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